Configuramos así un edificio que ofrece un aspecto más pétreo hacia las calles principales, conformando ciudad y dotando al Centro Cívico de una fuerte presencia que le conforma como un hito en Alcorcón, y como la puerta de entrada al Parque de Lisboa.
La idea es que este edificio funcione como un amplificador de la cultura, un continente de espaciosy actividades que lejos de ser hermético busque el diálogo con el exterior, la participación ciudadana, diluyéndose los límites entre el dentro y el fuera, el edificio y la plaza, la cultura y la calle.
Se materializa todo esto en un Centro en el que los diversos usos y actividades se relacionan entre sí y con el exterior mediante mecanismos visuales y espaciales, resultando así un edificio que puede funcionar de un modo unitario o fragmentario, ya que se ha pensado de tal modo que sus diversas pudiesen ser usadas por separado, independizando incluso accesos y comunicaciones.
Todos los usos vuelcan al interior, a una plaza pública en la que se mezclan y relacionan, un nuevo ágora destinada a las actividades culturales. Esta plaza a su vez sirve como mecanismo de control bioclimático.